Las dudas sobre el cuadro se remontan a 1968, y salieron del Proyecto Rembrandt, la mayor empresa dedicada a rastrear la autoría del artista por el mundo. Horst Gerson, un historiador germano-holandés del arte, trabajó en un catálogo razonado sobre la producción de Rembrandt, un texto de consulta que luego revisó a la baja: en 1968, los 639 cuadros hasta entonces atribuidos al maestro quedaron reducidos a 419. Uno de los caídos fue precisamente el autorretato recuperado por uno de sus colegas, Ernst van de Wetering, director del propio Proyecto Rembrandt. Y también por el Instituto británico Hamilton Kerr, de Cambridge. Parte del Museo Fitzwilliam de la ciudad universitaria se ocupa de mantener los cuadros de su colección y educar a los conservadores.
Se dudaba de ‘Autorretrato con gorro y pluma blanca’ desde 1968
Van de Wetering, que rastreó durante décadas el catálogo de Gerson en busca de rembrandts ocultos, concluyó en 2012 que era auténtico. Para confirmarlo, el National Trust remitió la tela al Instituto Hamilton Kerr, que lo ha sometido a pruebas de reflectografía infrarroja para ver las capas profundas del lienzo, analizado los pigmentos y limpiado las capas de barniz. Ocho meses de trabajos han servido para que la obra recupere su firma, “con los colores originales usados por el artista y después de obtener una imagen tridimensional de la tela”, según el instituto. Los resultados han sido remitidos a Van de Wetering, que se ha mostrado satisfecho. “Aunque estaba seguro de que era de Rembrandt, quería un estudio y limpieza mayores de los realizados hasta la fecha”, ha dicho.
A pesar de su nueva y ventajosa tasación, la obra no está en venta
A pesar de su nueva tasación, el cuadro no está en venta. Su dueña original, Lady Samuel of Wych Cross, era la esposa del barón del título, un conocido coleccionista de maestros holandeses. A su muerte, en 2008, las obras pasaron al National Trust, que las derivó luego a la abadía. El autorretrato tiene un comprador aún más antiguo. Se trata del príncipe Joseph-Wenzel von Liechtenstein (1696-1772), que lo adquirió creyendo que era auténtico. La abadía de Buckland posee en conjunto 13.500 obras de otros autores y fue el hogar de Sir Francis Drake. El corsario inglés que llegó a ser vicealmirante de la Marina británica en el siglo XVI, una época de luchas entre Inglaterra y España. Para el centro, la aventura del cuadro, que ha pasado de 20 a 30 millones de libras en cuestión de horas, ha valido la pena. “Ha sido fascinante y ahora esperamos que la gente venga a verlo”, ha declarado Jez McDermott, su gerente.
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