lunes, 10 de enero de 2011

VIDOCQ...

Eugène-François Vidocq (23 de julio de 177511 de mayo de 1857) fue el primer director de la Sûreté Nationale ('Seguridad Nacional') y uno de los primeros investigadores privados. La figura de Vidocq, que tuvo un pasado delictivo, inspiró a Victor Hugo para los dos personajes principales de la novela Los miserables.
La mayoría de las informaciones sobre la vida de Vidocq provienen de la biografía escrita por un escritor fantasma. Según esta biografía, Vidocq nació en Arras, el 23 de julio de 1775. Su padre fue panadero.




Cuando tenía 14 años, Vidocq robó algo de dinero de la panadería de sus padres y huyó de la ciudad. Planeaba navegar a América pero perdió todo el dinero y tuvo que unirse al Regimiento de Bourbon al año siguiente.



Soldado poco ejemplar, afirmó después que había luchado en 15 duelos. Durante la guerra con Austria accedió al cuerpo de granaderos, infantería de élite en ese momento. En 1792, Vidocq agredió a su oficial superior cuando éste rehusó participar en un duelo con él. Golpear a un oficial superior suponía la pena capital, por lo que Vidocq desertó y regresó a Arras.



La Revolución francesa estaba en auge. Vidocq afirmó que había salvado a dos nobles pero fue capturado y hubo de afrontar el mismo destino (guillotina). Su padre pidió a la familia Chevalier ayuda. Vidocq se enamoró de su hija, Louise, y se casó con ella cuando ésta afirmó que estaba encinta, algo que resultó ser falso. Cuando se dio cuenta de que ella tenía un romance con un oficial, marchó a Bruselas, donde adquirió un pasaporte falso con el nombre de Rousseau. En Bélgica cortejó a una baronesa de bastante edad, y terminó uniéndose a una banda de criminales.



Se trasladó a París donde gastó su dinero en fiestas y prostitutas, volviendo a actuar de bandido y siendo arrestado en muchas ocasiones, pese a que logró escapar en todas ellas. También fue contrabandista. Cuando se rindió para limpiar su nombre fue arrestado y condenado a ocho años de trabajos forzados. Fue trasladado a una galera pero escapó otra vez usando un disfraz.



En 1798 marchó a los Países Bajos y trabajó en un buque con patente de corso atacando naves inglesas. En Ostende, fue arrestado otra vez y enviado a Tolón. Logró a escapar con ayuda de otro criminal y volvió a Arras dónde se mantuvo oculto hasta el año 1800.



En 1801 se convirtió en el amante de la hija de un conde, haciéndose pasar por austríaco. Con ella se trasladó a Ruán, donde estuvo dos años, hasta que las autoridades lo encontraron otra vez. Tuvo que escapar a Boulogne donde se unió a una tripulación de corsarios y volvió a atacar buques ingleses (en aquella época se desarrollaban las guerras napoleónicas en Europa). Empero, un compañero informó a las autoridades en Boulogne y Vidocq fue nuevamente arrestado y trasladado a una prisión en Douai.



En Douai el Procurador General Ransom convenció a Vidocq para que apelara y solicitase un nuevo juicio. Vidocq estuvo esperando cinco meses, tiempo tras el cual volvió a huir. Durante este periodo, su esposa Louise le pidió el divorcio.



Vidocq trató de vivir como un comerciante en Faubourg Sant-Denis pero un año después fue nuevamente a prisión. Había intentado trabajar como maestro, pero un trato inadecuado con sus alumnas más adultas provocaría sus expulsión del pueblo.



En mayo de 1809, con la promesa de amnistía, Vidocq ofreció sus servicios a la policía de París como infiltrado. El inspector Henry le retó que escapara de la guardia y volviera para probar su sinceridad, como así hizo.



Vidocq empezó a trabajar como un informador que escuchaba a otros prisioneros cuando hablaban entre ellos. Después de 12 meses la policía arregló su escape para que él pudiera trabajar como informador fuera de prisión. Cuando la clase criminal empezaba a sospechar, tomaba otras identidades y se disfrazaba. Una vez fue reclutado para matarse a sí mismo.



Finalmente, Vidocq sugirió la formación de la unidad de policía, llamada Brigade de Sûreté ('Brigada de Seguridad') que más tarde se convirtió en la Sûreté Nationale (Seguridad Nacional). Mandaba a 12 detectives, de los que muchos fueron criminales como él. En 1817 tuvo 811 arrestos. Su renta anual fue de 5.000 francos y también trabajaba como investigador privado gratuitamente.



En 1814, a comienzos de la Restauración Francesa, Vidocq y la Sûreté trataron de controlar la situación en París. También actuaron contra aquellos que se aprovechaban de la situación post-revolucionaria para reclamar falsos títulos aristocráticos que les habían sido arrebatados durante la Revolución.



La madre de Vidocq murió en 1820, celebrándose su entierro en la catedral de Notre-Dame de París. Ese mismo año, Vidocq se casó con Jeanne-Victoire Guerin, quien murió en 1824. Se casó nuevamente en 1830 con Fleuride Maniez. Pese a todo, mantuvo una reputación de seductor.



En 1824, después su coronación, el rey Carlos X de Francia convirtió la policía en una arma política contra disidentes y rebeldes. Vidocq fue acusado de tener simpatías hacia los movimientos bonapartistas. Un nuevo jefe, Duplessis, forzó su renuncia a raíz de una cuestión trivial. Seis años más tarde, el sustituto de Duplessis, Henri-Joséphe Gisquet, volvió a reincorporarle al cargo.



En 1830, tras la abdicación de Carlos X y el ascenso al trono de Luis Felipe I de Francia, se produjo un repunte de la inseguridad y la delincuencia, con el consiguiente aumento del trabajo policial. La aparición de una epidemia de cólera provocó una ola de disturbios el día 5 de junio, arrestando la Surete a docenas de insurgentes.



Algunos sectores de la policía no aprobaban sus métodos y empezaron a aflorar rivalidades y enfrentamientos. En 1832 fue forzado a dimitir tras la acusación de haber instigado un crimen, a través de un mediador, para obtener el mérito de resolverlo. Según el libro de Samuel Edwards, The Vidocq Dossier, las normas de la policía prohibían emplear a ex-convictos.



Vidocq abrió entonces una imprenta en la que volvió a emplear a antiguos criminales. El primer libro que intentó publicar fue su autobiografía. Vidocq empleó a L.F. L'Héritier de l'Ain para que le ayudase a escribirla. Sin embargo, muchos historiadores consideran que L’Héritier se tomó demasiadas libertades a la hora de narrar los hechos. No obstante, el propio Vidocq pareció estar de acuerdo en un primer momento, aun cuando sólo autorizó los dos primeros volúmenes, de un total de cuatro. Aun así, la biografía fue un éxito.



En 1833 fundó la primera agencia privada de detectives de la que se tiene constancia. Contratando a ex-convictos, creó así la «Oficina de Inteligencia» (Le bureau des renseignements), sufriendo la oposición de las fuerzas oficiales, que trataron de cerrarla en numerosas ocasiones. En 1842, la policía arrestó a Vidocq como sospechoso de detención ilegal, así como de haber robado los fondos de un caso de malversación que había resuelto. Fue condenado a cinco años de prisión y a una multa de 3.000 francos. No obstante, apeló y consiguió ser absuelto.



En sus últimos años, Vidocq escribió varios novelas basadas en sus experiencias en el mundo del criminal. Algunos historiadores creen que su amigo, Honoré de Balzac, le ayudó. Cuando su mujer, Fleuride, murió en septiembre de 1847, se retiró y cerró su agencia, aunque ocasionalmente trabajaría para la policía.



En abril de 1857, Vidocq sufrió una parálisis que le inmovilizó en su hogar del distrito de Marais, en París, falleciendo el 11 de mayo de 1857. Su funeral tuvo lugar el día siguiente en la iglesia de Saint-Denis du Saint-Sacrement.
A Vidocq se le atribuyen multitud de avances en el campo de la investigación criminal, introduciendo los estudios de balística, el registro y creación de expedientes con las pesquisas de los casos, o la propia criminología. Fue el primero en utilizar moldes para recoger huellas de la escena del crimen. Sus técnicas antropométricas tendrían gran repercusión.




Se piensa que Edgar Allan Poe se inspiró en él para crear al detective C. Auguste Dupin, en 1841.[1] También sería la inspiración de Émile Gaboriau a la hora de crear el personaje del detective Monsieur Lecoq, un investigador caracterizado por su constante uso del método científico. De nuevo, sería el referente de Jacques Collin (Vautrin), un personaje recurrente en multitud de novelas de Balzac.



En El enigma de París de Pablo de Santis, el personaje de Darbon posee una colección de la biografía de Vidocq. Se pueden atribuir rasgos de vidocq a este personaje.

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EL PERFUME...

El perfume: historia de un asesino es la primera novela del escritor alemán Patrick Süskind, publicada en 1985 bajo el título original Das Parfum, die Geschichte eines Mörders. Inmediatamente se convirtió en un best-seller, traducido a más de cuarenta lenguas en todo el mundo.




El perfume, dividido en cuatro partes y cincuenta y un capítulos, transporta al lector a un mundo con el que no está familiarizado, "el evanescente reino de los olores", a través de su protagonista, Jean-Baptiste Grenouille (grenouille significa rana en francés).
La historia del personaje principal, Grenouille, "uno de los hombres más geniales y abominables de su época", transcurre en la Francia del siglo XVIII. Desde su nacimiento, Grenouille descubre y percibe el mundo a través del sentido del olfato, que tiene más desarrollado que el resto de las personas. Éstas, a su vez, en ocasiones encuentran inquietante dicha capacidad en Grenouille. Él carece de un olor propio.

El perfume ha sido traducido a 46 idiomas y ha superado los 15 millones de ejemplares vendidos. La mayoría de las ediciones muestran en la portada la misma imagen: un detalle de la pintura Jupiter y Antíope de Antoine Watteau.[1] La axila desnuda de Antíope simboliza la seducción por medio del olor corporal. Gracias al libro, la imagen ha alcanzado en todo el mundo fama considerable. Una excepción la constituye la edición de bolsillo de los Estados Unidos, donde está prohibido representar un pezón desnudo de mujer.

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EL PERFUME
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EL MOUSTRO DE GEVAUDAN...

Bestia de Gévaudan, es el nombre de una criatura descrita a un críptido antropófago que asoló la región de Gévaudan, en el actual departamento francés de Lozère, en el centro de Francia, entre 1764 y 1767.
Se le atribuye la muerte de más de 130 campesinos, en su mayoría mujeres y niños, que fueron encontrados despedazados por los dientes de algún animal. En algunos casos las víctimas fueron encontradas decapitadas o partidas por la mitad, lo que demuestra la enorme violencia con la que fueron asesinadas. Son menores los casos de animales domésticos muertos por la Bestia, pues parece que ésta prefería la carne de los pastores a la de sus ganados.




La mayor parte de los ataques se registraron en los alrededores de Aveyron. El primero de ellos se produjo el 30 de junio de 1764, día en que asesinó a Jeane Boullet, de 14 años. En los tres meses siguientes, la Bestia atacó y mató salvajemente a dos niñas, dos niños y una mujer. En invierno, con el animal acuciado por el hambre, las muertes ascendieron hasta el punto de que se producía una víctima o dos cada semana. En esa época, los bosques de Gévaudan acogían una población considerable de lobos, pero los testimonios de los pocos testigos y supervivientes rechazaron su autoría. Describían al animal como una bestia gigantesca de pelo rojizo con un tamaño mucho mayor que el de un lobo, con rayas negras en los cuartos traseros y una cresta de pelos largos sobre el lomo. La cola era larga y musculosa, y las mandíbulas, bien desarrolladas y llenas de dientes enormes. Los rastreadores y cazadores que acudieron al lugar atraídos por las recompensas ofrecidas para quien capturase al monstruo, encontraron huellas de tamaño considerable y le calcularon un peso de unos 100 kg. Durante meses se mataron grandes cantidades de lobos en la zona, pero la bestia era increíblemente escurridiza. Llegó a mencionarse que las balas rebotaban sobre su lomo y los aterrorizados campesinos opinaban que era el mismo Demonio venido del infierno. Pronto llegó a considerarse un problema nacional, y el propio rey Luis XV envió un cuerpo de dragones de caballería para abatirla, sin resultados, al que posteriormente se unirían otros tres. Para entonces el año de 1764 había acabado y las víctimas ya eran 54.



Según el testimonio de uno de los capitanes de los dragones, logró ver cara a cara a la Bestia antes de que ésta consiguiese huir. Era tan grande como su propio caballo, pero pronto lo dejó atrás con facilidad, pues lo superaba ampliamente en velocidad y agilidad. Mientras huía, él y los hombres que le acompañaban descargaron varias decenas disparos contra ella que ni siquiera parecieron atravesar su piel.

El asunto de la Bestia de Gévaudan traspasó fronteras y llegó a considerarse un problema serio para el gobierno de Luis XV, entonces recién salido de la Guerra de los Siete Años. Las potencias extranjeras comentaban jocosas cómo el ejército francés podía pensar siquiera en la victoria si sus mejores tropas no eran capaces de capturar un "simple" lobo en mitad de su propio país. Pronto se retiraron de la zona a las autoridades locales por considerarlas inútiles, y se pescó a más de un cazador particular que ponía pistas falsas para despistar a los dragones y aspirar a cobrar la recompensa matando él mismo la Bestia. Se pusieron trampas y se rastreó el monte día y noche, pero la bestia siempre aparecía en otro lugar y continuaba su siniestra matanza.




El nerviosismo se apoderó de la población y estallaron disturbios. Se acusó públicamente a algunos vecinos de ser hombres lobo que se convertían por las noches en la bestia; otros se volvieron contra los gitanos, a los que acusaron de criar alguna bestia salvaje en su circo que había escapado al monte. Los sacerdotes predicaban contra el rey, responsable indirecto de la crisis, o decían que las víctimas eran jóvenes lascivas a las que Dios había enviado la Bestia como castigo. Incluso se llegó a poner en el punto de mira a un noble que había estado en África y criaba en los jardines de su palacio hienas, tigres, leones y perros de presa, acusándolo de cruzar los animales hasta dar con una bestia asesina e indestructible.



Fuese ella o no, lo cierto es que en 1767, con más de 130 muertes en la región, un campesino armado abatió en Gévaudan un lobo descomunal, más grande que cualquiera de los que se podían encontrar en Francia. Poco después se mató una loba también de gran tamaño. La leyenda cuenta que los responsables de las capturas emplearon balas de plata hechas tras fundir medallas de la Virgen María, algo que ha pasado posteriormente al imaginario colectivo como la única forma de matar un hombre-lobo. Al menos uno de los ejemplares fue llevado a París, donde llegó en un estado de putrefacción muy avanzado, lo que impidió disecarlo. Su esqueleto fue expuesto en el Museo Real de la ciudad hasta su destrucción en un incendio. A pesar de que el esqueleto se ha perdido, las descripciones parecen indicar que se trataba de una gran subespecie de lobo de los Alpes, extinta en el siglo XIX. La falta de animales grandes que estos lobos encontraron en su nuevo hogar les habrían impulsado a alimentarse de los humanos, fáciles de capturar y matar. Desde entonces, no se ha producido ningún ataque similar a los de la Bestia.

SOBRE EL TEMA HAY UNA INTERESANTE PELICULA QUE RECOMIENDO VER:
PACTO CON LOBOS.
 
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ROMASANTA...EL HOMBRE LOBO

Manuel Blanco Romasanta (18 de noviembre de 1809, aldea de Regueiro, Esgos - † 1854) fue un psicópata criminal español que llegó a cometer varios crímenes en el siglo XIX.
A pesar de que en un principio en su partida de nacimiento consignaba como Manuela, pues se creía que era una niña, Romasanta era un sastre que vio su vida cambiar cuando su mujer murió.




Empezó a dedicarse a la venta ambulante, moviéndose los primeros años por la zona y posteriormente abarcando toda Galicia.



Los lugareños le señalaban como vendedor de unto (o grasa de cerdo) y debido a su fama asesina llegó a ser acusado de la muerte de un alguacil. Tras ser condenado, consiguió escaparse a un refugio en el pequeño pueblo de Ermida. Y fue durante su búsqueda cuando sucedieron una serie de asesinatos con diferentes estrategias cuyas víctimas tenían mordeduras de algo que parecía la dentadura de lobo.



Finalmente fue capturado en Nombela (Toledo) y juzgado en Allariz (Orense). Romasanta reconoció haber matado a 9 personas a sangre fría, usando sus manos y dientes para acabar con las vidas y comerse los restos.



El juicio duró un año aproximadamente y el 6 de abril de 1853, a los 44 años, fue condenado a morir en el garrote vil y a pagar una multa de 1000 reales por víctima.



Su suerte le sorprendió cuando un hipnólogo francés que había seguido el caso envió una carta al Ministro de Gracia y Justicia en la cual expresaba su duda acerca de si Romasanta padecía licantropía o no. Aseguraba haber curado a otros pacientes con la hipnosis y pedía que, antes de ejecutarle, le dejara hipnotizarlo. El propio Romasanta comentó que de adolescente fue maldecido y que, tras cada asesinato, tenía visiones en las cuales aparecían unos lobos a su alrededor.



Al mismo tiempo, la Defensa del reo protestó porque, en su opinión, no se podía probar un asesinato con una única confesión, aunque ésta fuera la del propio acusado. Careciendo de pruebas para culpar a Romasanta, se dirigieron a la reina Isabel II pidiera al Tribunal Supremo que revisara el caso. Tiempo después, Isabel II firmó una orden para liberar a Romasanta de la pena capital, reduciéndose ésta a la perpetua.



Romasanta murió tiempo después en la prisión de Allariz en la que cumplía condena. El 30 de mayo de 2009, en un documental de la TVG Europa, se habló de la posibilidad de que hubiera muerto en otro lugar, como el castillo de San Antón (La Coruña).

SOBRE EL TEMA HAY UNA INTERESANTE PELICULA QUE RECOMIENDO VER: ROMASANTA

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