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miércoles, 23 de febrero de 2011

BARON BIZA

Raúl Barón Biza (n. Córdoba, 1899 – † Buenos Aires, 17 de agosto de 1964) fue un escritor y político argentino de la Unión Cívica Radical. Tras una agitada vida privada y pública, se suicidó tras arrojar un vaso de ácido sulfúrico al rostro de su segunda esposa.
Barón Biza era un hombre de acomodada posición, hijo de los millonarios Wilfrid Barón y Catalina Biza, poseedores de grandes latifundios en la provincia de Córdoba. Desde su juventud incursionó en política, apoyando al líder radical Hipólito Yrigoyen, una posición extremadamente inusual en las clases más acomodadas; se abocó también a la literatura, publicando en 1924 el polémico Risas, lágrimas y sedas, y a los negocios. Fue uno de los introductores del cultivo sistemático del olivo en Argentina, y organizó la explotación de minas de wolframio y bismuto en el noroeste del país. De vacaciones en Italia, donde llevaba vida de playboy, conoció en Venecia a la actriz austríaca Rosa Martha Rossi Hoffmann, que actuaba con el seudónimo de Myriam Stefford.
Tras un rápido y apasionado romance, el 28 de agosto de 1930 contrajeron matrimonio.
La pareja se afincó en Argentina, alternando la residencia porteña con la estancia "Los Cerrillos" que poseía Barón Biza en Alta Gracia, Córdoba. Entre las peculiaridades del alocado tren de vida de la pareja estaba la afición de Stefford a la aviación; adquirieron un monomotor, con la intención de recorrer con él todas las provincias del país. Antes de obtener su brevet, Stefford ya pilotaba, siendo una de las primeras mujeres piloto de Argentina. Poco antes del primer aniversario de la boda, el 26 de agosto de 1931, participaba en un raid aéreo cuando se precipitó a tierra en Marayes, provincia de San Juan. Las versiones sobre el accidente estuvieron teñidas del más ríspido sensacionalismo, afirmándose que el accidente había sido provocado por el esposo; éste dedicó a la memoria de Stefford un colosal monumento, erigido en el campo familiar. Es un obelisco de hormigón armado, de 82 m de altura, diseñado por el ingeniero Fausto Newton, bajo cuya base hay una cripta abovedada en la que descansan los restos de aquella; lleva la inscripción Viajero, rinde homenaje con tu silencio a la mujer que, en su audacia, quiso llegar hasta las águilas.
Mientras tanto, la situación política de Barón Biza peligraba; había apoyado a José Félix Uriburu cuando este derrocó a Yrigoyen, pese a su antigua simpatía por el político radical, pero poco después comenzó a combatir al régimen de la Década Infame. La publicación de un periódico opositor lo llevó a la persecución y al exilio en Uruguay, pero tampoco allí pudo actuar libremente. La convocatoria de una huelga de protesta contra los gobiernos argentino, uruguayo y brasileño lo llevó a prisión en el país transplatino. Esta gesta se ve reflejada en su libro periodístico Por qué me hice revolucionario (1932) publicado en Montevideo por Editorial Campo. Una segunda edición saldría en la Argentina un año después, con varios párrafos censurados.
Es en la cárcel cuando finaliza los trámites de publicación de la más célebre y controvertida de sus obras, El derecho de matar, una novela pornográfico-filosófica en la tradición del Marqués de Sade. El libro estaba revestido en plata y en su portada aparecían una calavera y una guadaña ensangrentada. En su interior tenía ilustraciones art-decó del dibujante Teodoro Piotti. Barón Biza hizo enviar uno de los ejemplares al Vaticano, mofándose del Papa con estas palabras: "para que tus porteros lo dejen pasar, para poder atraer tu atención, para que él sea una nota relevante de brillo en el salón entristecido de tu biblioteca oscura; he revestido de plata su portada".
El Derecho de Matar cuenta la historia de Jorge Morganti, su hermana Irma y su amante Cleo. El relato es intencionalmente desparejo. En él, la artificialidad y el exotismo van tejiendo una narración sesgada por reflexiones filosófico-morales que oscilan entre el erotismo tradicional y una nueva forma creada por la aguda sensibilidad de Barón Biza.
Pese a no ser su mejor trabajo, El Derecho de Matar se convirtió en el libro más famoso de Barón Biza y en la "obra maldita" por excelencia de las letras latinoamericanas.
Sin embargo, el gobierno de Agustín Justo (a quien Barón Biza había llamado "grotesco y fofo tiranuelo"[cita requerida]) confiscó en la imprenta la primera tirada completa de cinco mil ejemplares, e inició contra Barón Biza un proceso por obscenidad. Defendido por Néstor Aparicio, logró con dificultad una absolución, aunque permanecería en la cárcel por razones políticas. No había sido liberado aun cuando, ante la noticia de la muerte de Yrigoyen, alquiló un tren, al que vistió de luto, para transportar desde Córdoba a los radicales que deseasen participar del cortejo fúnebre.
Posteriormente publicó una segunda versión de "El Derecho de Matar", en edición rústica ya que deseaba que la obra fuera accesible para el bolsillo de los obreros.
Poco después de su liberación, comenzó una relación romántica con Rosa Clotilde Sabattini, 20 años menor que él, hija de un estrecho amigo suyo, el líder radical Amadeo Sabattini; en 1935 contrajo matrimonio en secreto con ella, que tenía 17 años, lo que marcó la ruptura de su amistad con su padre.
El matrimonio abandonó la Argentina, para que la joven siguiera estudios en Suiza y otros países europeos; sería una importante figura en el desarrollo de la pedagogía argentina. En 1940 regresaron al país, pero la persecución política del gobierno peronista los llevó a exiliarse nuevamente en Montevideo. Allí nacerían sus hijos Carlos, Jorge y María Cristina. Regresaron a Argentina a finales de esa década; en octubre de 1950 las desavenencias en la pareja habían llegado a tal extremo que Alberto Sabattini, hermano de la esposa, se batió a duelo con Barón Biza, resultando ambos heridos de bala.
En el interín, la principal ocupación de Barón Biza había sido la literatura, publicando en 1942 Punto Final, la más cruda de sus obras, que le valió un nuevo proceso por obscenidad.
En Punto Final se conmbinan de manera magistral nihilismo, erotismo y una refinada ironía. Es su trabajo más explícito desde lo sexual, pero no está exento de un caudal poético elegante y que lo diferenciaba claramente de la llamada "literatura prohibida". Un crítico de la época, escandalizado por el crudo estilo de Raúl, refirió: "Es el fruto de un cerebro enfermo en donde se dan cita cuanto de más infame, cínico, canalla y blasfemo pueda escribir la más envilecida de las plumas. Sólo hay una definición para el autor y su producto literario: se trata de la obra de un degenerado, en el más amplio sentido de la palabra".
En 1953 su matriminio se rompió definitivamente, y Clotilde se trasladó a Montevideo. Cuando Arturo Frondizi alcanzó la presidencia la llamó para encabezar en Consejo Nacional de Educación, y ofreció a Barón Biza un puesto diplomático en Hungría.
A finales de 1963 publica el que probablemente sea el punto más alto de su genialidad literaria, el excepcional Todo estaba sucio. Se trata de un libro más pesimista que los anteriores, en el que se alternan párrafos de un brutal antisemitismo con oscuras reflexiones sobre el destino de la humanidad. El lenguaje de Barón Biza se había vuelto más pulido desde lo técnico, pero también había ganado en brutalidad. Su hijo Jorge (también escritor) definió a la novela como "un torrente de resentimiento absoluto".
El 16 de agosto de 1964, Clotilde Sabattini había fijado una visita con sus abogados para dar fin a los trámites de separación legal. En el curso de una discusión, a poco de recibirlos, Barón Biza —que había ofrecido un vaso de whisky a los letrados— repentinamente arrojó el contenido de otro al rostro de su esposa. Contenía ácido clorhídrico, que le produjo gravísimas quemaduras; Barón Biza huyó del lugar mientras los abogados trasladaban a la mujer al Hospital del Quemado, donde fue intervenida en la cara, el pecho y las manos. Tras la denuncia, la policía allanó su residencia al día siguiente; en el dormitorio hallaron el cadáver de Raúl, que se había disparado a la sien. Su cuerpo reposa debajo de un olivo, a pocos metros del obelisco que erigiera en honor de Myriam Stefford.
Legó a la municipalidad de Lomas de Zamora una fastuosa propiedad que poseía en la zona, el hoy llamado Parque Barón.
Tanto su ex mujer como su hija María Cristina y su hijo Jorge se suicidarían en años posteriores.

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